
¿Cuál es la mayor debilidad de un hombre?
Hoy vas a aprender algo que cambiará tu percepción sobre lo que crees conocer acerca de ti. Sin darte cuenta actúas con base en un factor que te empuja a hacer dos cosas:
Primero, limitarte; ser la razón por la que no avanzas en tus objetivos. La razón por la que no tienes la salud y estado físico que quieres. La razón por la que tienes relaciones de pareja desastrosas. Esta es la razón por la que sientes que no tienes un propósito en la vida.
Y terminas frustrándote y haciendo que te preguntes una y otra vez: “Si hago todo lo que se me ha dicho ¿Por qué sigo fracasando?”
Segundo, este factor también actúa de forma contraria, te potencia. Te ayuda a superar los golpes recibidos y triunfar donde los demás siguen indecisos o solo sueñan con el cambio.
Este factor es TU SISTEMA DE CREENCIAS.
Lamentablemente la mayoría de los hombres posee un sistema de creencias que no los ayuda.
Sus creencias provocan que estén en situaciones que los perjudican. Y a pesar de los constantes resultados desfavorables en sus vidas, continúan haciendo lo mismo. Continúan perpetuando un sistema de creencias que los sigue llevando a los mismos insatisfactorios resultados.
La gran noticia es que cada uno de nosotros es capaz de reconfigurar su sistema de creencias. Es posible moldear, cambiar, reprogramar aquellas creencias que no te están ayudando.
Este sistema marca la diferencia entre ser un hombre masculino, pleno, poderoso y próspero o solo ser un frustrado más perdido en la vida.
Y ambos sabemos que lo que menos quieres, es ser el segundo tipo de hombre.
¿Por qué tenemos un sistema de creencias tan limitante?
Para responder a esta pregunta, primero debes entender lo siguiente:
Desde niños hemos ido adquiriendo ciertos hábitos, actitudes y una visión del mundo que ha moldeado nuestra personalidad. Y para lograrlo se ha requerido de un aspecto fundamental: LA REPETICIÓN.
Es decir, cuanto más repetíamos una idea o una acción más profundo calaba en nosotros esa idea o acción hasta finalmente convertirse una creencia subconsciente o un hábito de vida.
Todo aquello que escuchaste, viste o viviste ha pasado a ser parte de la información de acceso rápido a la que acudes para tomar una decisión, para hacer algo o para no hacerlo.
Si de niño escuchaste que el dinero es malo, que los que tienen dinero son malas personas o escuchaste de tus padres que el dinero no crece en los árboles, entonces, es muy posible que luches con llegar a fin de mes constantemente.
Si escuchaste, viste o viviste una experiencia nada grata como lo es el rechazo de alguien que te gustaba. Entonces, es normal que sientas una inseguridad personal al ver no eres del todo capaz de acercarte a hablar a una desconocida.
Nuestro sistema de creencias es influenciado por cosas que, muchas veces, pasan como algo inocente.
Viste en una película en la que el protagonista conquista a la bella actriz siendo insistente y algo arrastrado. Y algo dentro de ti te dijo: “Puede que eso funcione”.
Emprendiste un negocio propio, pero las cosas no salieron como esperabas, algo dentro de ti dijo: “Tal vez no sirva para esto”.
Y de pronto, actúas de una forma que no comprendes, pero sientes que define quien eres, que no lo puedes dejar, no lo puedes cambiar, así has sido siempre y tal vez siempre serás así.
¿Por qué no somos capaces de cambiar?
Por algo tan simple que entender, pero complejo de cambiar:
Creemos que nuestra incapacidad, nuestra debilidad, nuestra indecisión o nuestra inseguridad son parte de quienes somos.
Cuando intentamos cambiar algo en nosotros, a pesar de ser conscientes de lo limitante que es, algo no se siente tan bien. Lo sentimos como incorrecto. Como si fuera una traición a nosotros mismos.
Entiende esto:
Cuanto más amenace algo tu identidad, más lo evitarás.
Es decir, hoy te percibes a ti mismo de cierta forma:
- Exitoso o fracasado,
- Atractivo o repulsivo,
- Confiado o inseguro.
Y las cosas que hagas, las decisiones que tomes y cómo pienses va a encajar en la forma en cómo te percibas a ti mismo.
Tony Robbins dice:
“No hay fuerza más poderosa que la necesidad de ser coherentes con lo que pensamos de nosotros mismos”.
¿Qué amenaza tu identidad?
Existe una especie de comodidad al saber cómo y dónde encajamos en el mundo. Por ello, hay hombres llenos de miedos que nunca hacen nada para enfrentarlos. Hombres llenos de dudas que jamás buscan ser decididos. Hombre que consideran que no hay nada atractivo en sus vidas y prefieren refugiarse en la autocompasión o en la ira contra las mujeres que los rechazan.
Cuando intentas cambiar esa imagen que proviene de tu sistema de creencias, el miedo surge, sin importar que tu vida pueda mejorar de manera trascendente.
Y esto aplica, como ya lo mencioné al principio, tanto para cosas buenas como malas.
Ganar mucho dinero amenaza tu identidad de ser alguien sencillo que no gana más que el salario mínimo.
Tener éxito con las mujeres amenaza tu identidad del muchachito callado desde colegio que no hablaba con las mujeres.
La gente tiene miedo al fracaso, pero parecen tenerle más miedo al éxito.
Ambos miedos cumplen con la misma función: cuestionar tu sistema de creencias, amenazar el hombre que crees ser hasta ahora.
Evitas acercarte a una mujer porque hacerlo hace que cuestiones tu identidad de hombre tímido.
Evitas trabajar en tu verdadera pasión porque hacerlo cuestionaría tus creencias de que el trabajo tiene que ser duro, pesado y hasta aburrido.
Evitas poner límites a los demás porque hacerlo genera un conflicto de quien eres, ya que siempre te has considerado una persona agradable, amable y dispuesta a ayudar.
Las buenas oportunidades de cambio, aquellas puertas que llevarían tu vida a un nuevo nivel, pasan desapercibidas o las cerramos porque amenazan lo que siempre hemos creído acerca de nosotros. Amenazan todo aquello que creemos ser y con lo cual nos hemos movido por el mundo hasta hoy.
Nuestro sistema de creencias y nuestra autoimagen
Todos tenemos una imagen sobre nosotros mismos y la protegemos. Tratamos de estar a la altura de esa imagen. Nos justificamos y la mantenemos. Y de nuevo, no importa si es bueno o malo para ti, si te potencia o te limita, justificamos y perpetuamos quien creemos ser.
- Si creo que soy un hombre agradable, evitare situaciones y personas que podrían contradecir esa creencia.
- Si creo que soy un hombre atractivo con quien todos quieren estar, buscaré oportunidades para probármelo a mí mismo.
- Si creo que soy aborrecible y alejo a las personas, buscaré situaciones que probaran eso una y otra vez.
La creencia siempre prevalece.
Hasta que no cambiemos nos percibimos, hasta que no cuestionemos nuestro sistema de creencias, no podremos superar nuestra evasión y ansiedad. No podremos cambiar.
Muchos hombres buscan con desespero ser más atractivos, más prósperos, incluso más felices. Buscan con desespero parecerse a esos hombres que supuestamente lo tienen todo. Quieren saber cómo piensan, para ellos pensar igual.
Pero no se trata de eso. No se trata de adoptar las creencias “correctas”, se trata de forjar la habilidad para cambiar tus creencias actuales cuando sea necesario.
La mayor debilidad del hombre no nace de fuera, es y siempre ha estado dentro de él.
Tus creencias determinan lo que ves del mundo, lo que ves de ti, lo que dejas por fuera, lo que puedes alcanzar.
La gran pregunta: ¿Qué te están diciéndote esas creencias?
Y una mejor pregunta sería: ¿Esas creencias te están potenciando o limitando?